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Meditaciones sobre Mayo por Ezequiel Martínez Estrada

Por Dra. Marta Ramírez La Hoz


En 1946, llega a la presidencia Juan Domingo Perón, bajo un liderazgo que lo había fortalecido desde fines de 1943 como secretario de Guerra del Presidente Ramírez. En una coyuntura de postguerra, en diciembre del mismo año entró en funciones como nuevo secretario de Trabajo y Previsión de la Nación. Muchas eran las expectativas que estaban puestas en este Coronel para desplazar a comunistas y socialistas en los gremios por parte de los sectores ultraconservadores y de las Fuerzas Armadas, en especial de algunos miembros del Ejército.


Desde un inicio, según el relato del periodista Ray Josephs, testigo presencial del juramento de Perón y de la exposición frente a los periodistas, demostró que era él quien tenía el poder y no el Presidente General Pedro Ramírez.


La clase obrera había crecido significativamente, acompañando un proceso de industrialización. La acción de Perón consistió en otorgar una serie de beneficios a los trabajadores y permitir la reorganización del movimiento sindical.


A comienzos de 1945, el curso de la guerra mostraba la inminencia del triunfo de los aliados. La derrota definitiva de Alemania y Japón, favoreció el ingreso de capitales alemanes y mano de obra calificada de la potencia derrocada que profundizó la lucha anticomunista con el antisemitismo y la persecución de inmigrantes judíos.


Los enfrentamientos ideológicos de la post guerra entre nacionalistas, comunistas, socialistas y radicales generaron un clima de alta tensión que se expresaban en las Facultades, Centros Universitarios, periódicos y revistas. El fracaso de intento de negociación con el Radicalismo puso al gobierno en una situación difícil que llevó a la entrega del gobierno nacional al Presidente de la Corte Suprema de Justicia. Un sector del Ejército, exigió la renuncia de Perón, que se hizo efectiva el 9 de octubre.


El discurso del Secretario de Trabajo y Previsión y su posterior arresto en la Isla Martín García, condujo a una contraofensiva del Ejército y sindicatos el 17 de octubre, quienes exigen la libertad del Coronel. Fecha ésta que a partir de 1946 fue denominada El Día de la Lealtad como ritual de adhesión incondicional a un líder.


A partir de este momento, la ritualidad peronista, desarrolla una tarea silenciosa por el control de símbolos y actos que se extienden en las escuelas y en las ceremonias patrióticas. Tal como sostiene Lucía Lionetti, la cooptación del espacio público facilitó que se desplegara un ceremonial que daría forma al imaginario peronista. El 1º de mayo y el 17 de octubre comienzan a tener una significación diferente. Como parte de la re significación de estas jornadas buscó homogeneizar y controlar los medios opositores.


Ambas fechas se convierten a partir del gobierno de Perón en celebraciones altamente formalizadas.


Este breve encuadre histórico nos permite comprender el análisis de Martínez Estrada sobre Mayo y su revolución. Según mi criterio busca responder las antinomias en su celebración por parte de dos líneas políticas.


En el discurso ante el Congreso Nacional, Perón había hecho referencia a favor de quienes forjaron nuestra independencia, diciendo que en “nuestra Patria no se debate un problema entre libertad o tiranía, entre Rosas y Urquiza”, sino ubica como enemigos a quienes llama “provocadores a sueldo”, “descarriadas jovenzuelas”. Anticipaba con sus palabras momentos de enfrentamiento ideológico con la burguesía de la Ciudad de Buenos Aires y la oligarquía que ubicaba en la Sociedad Rural.


Martínez Estrada afirmó entre quienes dicen “volvamos a 1810”, están los que pretenden volver al modelo de la Colonia, es decir, a 1809, frente a quienes buscan regresan a los principios declarados en el Cabildo.


Mayo fue para Martínez Estrada una “revolución” donde poquísimos aceptarían enrolarse en sus filas. “Mayo es un ideal, aunque lo despojen de su verdadero significado”. “Mayo es de la misma envergadura que el 4 y el 14 de julio…”, en referencia a la Independencia de Estados Unidos y de Francia. Considera que esta Revolución argentina se proponía subvertir las instituciones políticas y educacionales del régimen hispano colonial. Así lo habían desarrollado Moreno, Alvear, Dorrego y Rivadavia.


“Mayo es un paso tan avanzado y audaz en todos los órdenes de las actividades sociales, que no ha sido continuado, no digamos superado, como muchos lo creen, confundiendo el desarrollo mecánico de la cultura y la riqueza con el espíritu que vive dentro de él.”


Parece responder con estas palabras al gobierno de turno: “Mayo es un estandarte que únicamente pueden seguir los hombres de verdad libres…La prueba mejor que ningún otro alegato el hecho que nuestro pueblo y sus instituciones son esencial y orgánicamente conservadores y antidemocráticos. En vano los políticos profesionales proclaman lo contrario sobando otro poco la badana”.


Concluye que el programa revolucionario de Mayo era tan avanzado que en ese momento fuimos al frente y ahora vamos a la zaga. Igualando esta revolución a la americana y francesa. El contenido ideológico pasó a tres figuras civiles como Moreno, Rivadavia y Echeverría. Y a tres militares, como San Martín, Belgrano y Alvear.


Sus palabras fueron, según mi criterio, el reflejo del malestar que un sector de intelectuales y de la sociedad argentina presentaba frente al naciente régimen peronista. Para Martínez Estrada se había configurado de manera equivocada. Enemigo de regímenes que coartaran la libertad de expresión, el ensayista levanta su voz, no posicionado como un simple opositor, sino enfrentando ensayos políticos que no compartía.


Su pensamiento no aceptó ataduras, fue partidario de las libertades individuales y de los derechos del ciudadano. Criticó los fusilamientos de la Revolución Libertadora en 1956, recorrió los países aislados durante la Guerra Fría, y su postura intemperante, lo llevó a su autoexilio en México en 1958. “La gravedad de la crisis actual –dirá en 1958- deviene de la flexuosidad de las reglas morales en hombres públicos, verdaderos educadores del pueblo”.



Podemos concluir con esta reflexión en su admirable poesía,


ARGENTINA (1924)


“Diferentemente de los de otras gestas


Nuestros héroes fueron de carne y de hueso;


Héroes padres, héroes hermanos. Por eso


Los nombran los niños cantando en las fiestas. “




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